martes, 5 de noviembre de 2013

Colecho

Sí, ya sé que llevo tres semanas sin publicar las sonrisas... pero prometo que este viernes vuelvo, esta semana me estoy acordando de apuntarlas, así que no tengo excusa. Mientras tanto, hoy he venido a hablar del colecho.

En su acepción más pura (si se puede hablar así de una palabra que no aparece en el diccionario de la RAE) el colecho implica dos o más personas durmiendo en la misma habitación; con lo que es colecho tener la minicuna al lado de la cama de matrimonio, o dos hermanos que duermen juntos (al menos eso leí en un post hace tiempo, siento no citar la fuente pero no se me ocurrió tener que usarlo nunca, y ahora no lo encuentro). Pero el caso es que en realidad lo usamos para decir que un bebé o niño duerme en la cama con sus padres.

Personalmente es algo que no me ha gustado nunca, y con el Pitufo lo hice en contadas ocasiones. Es más, al poco de que el Santo Esposo volviera a trabajar tras el permiso paternal (que cogió en medias jornadas) lo trasladé a su cuarto, con los consiguientes paseos (míos) nocturnos para la teta. Si recordáis mi post sobre la lactancia deduciréis que dormir no era lo principal que hacía yo esas noches.

Cuando me aficioné a los blogs maternales, empecé a leer lo cómodo que resultaba el colecho para la lactancia nocturna. No seré yo quien niegue que la calidad de mi sueño con este segundo bebé es exponencialmente mayor, pero hay que tener en cuenta, aparte del medio-colecho (ahora lo explico), que la Pitufa se despierta una única vez por la noche, y la siguiente vez que abre el ojo ya es cuando toca que suene el despertador.

Sin embargo tengo que poner algunos "peros" a la experiencia.

No se deben tener mantas o edredones en la cama, para evitar el peligro de asfixia del bebé. Pues oiga, en Zaragoza sin mantas no pasas el invierno... MI SOLUCIÓN: duermo con manta, que mantengo más abajo de la cabeza de la Pitufa (sí, yo acabo con la parte superior del cuerpo destapada muchas noches, pero ya lo hacía antes) y para minimizar el peligro practico el medio-colecho. Es decir, la niña se duerme en su cuna. Y cuando se remueve por la noche, la paso a mi cama, le doy la teta tumbadas y ya allí se queda cuando nos dormimos las dos en el proceso. Si yo no me he dormido cuando acaba o me despierto un poco más tarde, la devuelvo a su cuna.

Si duermes con el niño, él sólo busca el pecho por la noche, por lo que tú muchas veces casi ni te enteras. Para empezar, entiendo que esto se refiere a niños más mayorcicos. Porque no veo yo a la Pitufa, con sus tres mesecitos, moviéndose para buscar la teta... Además, y siguiendo con esta afirmación... Esto será en verano, ¿no? Porque si sumamos el punto anterior a que tienes que tener la teta fuera toda la noche para que el niño se enganche solito... no te digo yo en climas cálidos, pero aquí... MI SOLUCIÓN: cuando noto que la niña se mueve de madrugada, en la segunda tetadilla, saco el pechose lo meto meto en la boca. Vamos, que ella sola no teta, se lo tengo que dar yo.

Hay que ofrecerle cada vez un pecho, para que vacíe bien los dos. A mí me perdonarán, pero ¿esto no es imposible si lo que pretendemos es no despertarnos mucho? Porque digo yo que hay que cambiar al bebé de lado. Y eso dormida... como que es difícil. MI SOLUCIÓN: Como ya per se esta niña sólo suele querer la izquierda, ésa le doy por la noche. Y luego cuando nos levantamos le doy la derecha, que acepta a regañadientes. A veces le doy las dos por la noche, inclinándome yo un poco más sobre ella para que llegue bien. Pero la posición cómoda no es, que tienes que intentar no chafarla...

El niño debe estar en el centro de la cama, para evitar caídas, y el otro adulto avisado de que el niño está allí para que tenga cuidado. La teoría es muy bonita... pero claro, justo la teta que la niña toma es la del otro lado... y además como no pasa la noche entera en mi cama, ¿qué hago? ¿despertar al padre a las cuatro de la mañana para decirle "oye, que pongo a la niña aquí"? MI SOLUCIÓN: duerme en el lado de fuera. De momento me vale, porque no se mueve mucho. Y lo que hago yo es ponerme muy pegadita para notar cualquier movimiento y así estar atenta al peligro. Esto se traduce, claro, en que como pase muchas noches sin pasarla a la cuna tras la toma, acabo con dolor de espalda y tortícolis. Pero... ¡habré dormido bien! Veremos cómo lo hago cuando se mueva más, aunque visto que no es muy comedora nocturna mantengo la esperanza de que en breve desaparezca esta toma de las cuatro.

Hasta aquí mi experiencia colechadora. ¿Tú lo has hecho? ¿Te ha resultado útil para la lactancia? ¿Tienes algún consejo que compartir conmigo?

¡Nos leemos!