martes, 25 de diciembre de 2012

Días especiales

¡Buenos días!

Hoy es un día especial. Pero no por lo que vosotros estáis pensando, no. Ese acontecimiento que tenéis en mente, celebrado en el Mundo entero ha eclipsado otro que, en mi opinión, es mucho más importante. El cumpleaños de mi madre.


Ella tuvo la mala suerte de nacer en un día tan celebrado por todos que hay años que no tiene ni tarta. Lo que, por supuesto, es culpa nuestra. Y este año, que cumple una cifra muy redonda, no va a pasar desapercibido. No señor.

Mi madre es especial. Es única. Es... no sé. Mi madre.

Mi madre siempre dice que no le gusta cocinar. Que lo hace por necesidad. Pero cocina como un gran chef, y siempre intenta sorprendernos con platos diferentes en ocasiones especiales. O no tan especiales. El otro día, un sábado normal y corriente, sin nada que celebrar y sólo porque le apetecía hacer algo distinto, nos hizo un pastel de salmón y atún al queso azul que estaba de muerte. Ya os contaré el menú que nos pone hoy. No quiero pensar cómo habría sido mi vida gastronómicamente hablando si le hubiera gustado cocinar.

Mi madre renunció muchos años a su carrera profesional porque la ocupación de mi padre le obligaba a cambiar de residencia continuamente. Así, hasta que yo tuve 12 o 13 años ella se dedicó por completo a nuestro cuidado. ¡Ojo! Que no era un trabajo fácil. Ya os conté que somos cinco hermanos, y los tres primeros nos llevamos sólo algo más de dos años y medio. Ahora desea como agua de mayo que llegue el momento de la jubilación, pero en realidad quienes la conocemos sabemos que disfruta de su trabajo (es profesora de Lengua y Literatura) y que, cuando se jubile, lo echará de menos.

Mi madre siempre ha sido muy divertida. E ingeniosa. Y le encanta contar camelos a los niños. Como cuando le dijo a mi primo que tenía que comer mucho pollo para que le salieran plumas y su madre no tuviera que ponerle abrigo en invierno (su propia versión del "de lo que se come se cría", supongo) o mil y una historietas que nos contaba a nosotros de niños.

Mi madre es una gran anfitriona. Le encanta recibir gente en casa (aunque protesta por hacerlo tanto, en realidad le encanta) y agasajar a sus invitados. Además, le gusta hacer especial cada momento. Y para muestra, lo que os conté ya de su forma de dar los regalos. En estas fechas, en dos de las celebraciones nos reunimos unos 25 en su casa, pudiendo hacerlo también en alguna más. Cada año. Y cada año se queja, pero en realidad yo sé que lo hace con la boca pequeña. Que aunque le supone mucho trabajo, le encanta tenernos a todos reunidos. Es como una gran matriarca. Y si no, de qué iba a ofrecer su casa para tomar el café una vez al mes a esos mismos 25, cuando nos reunimos en la comida familiar. Si no le gustara, no lo haría.

Mi madre es una gran lectora. Y nos ha contagiado a cada uno de sus cinco hijos el amor por la lectura. Cada uno en su estilo, todos leemos muchísimo. Ahora ella creo que lee menos, pero porque de un tiempo a esta parte todos los libros le parecen iguales. No deja de tener razón, es difícil encontrar hoy en día libros que se salgan de una temática en concreto y que estén narrados de manera especial. Pero verla siempre con un libro entre las manos fue un gran ejemplo para nosotros.

Mi madre es una gran madre. Aunque nunca le gustaron mucho los besos y los abrazos (bueno, de este tema habría que hablar ahora, que con el nieto sí que le gustan, a la jodía), siempre ha estado ahí cuando hemos tenido algún problema. Cuando a los tres años de carrera me di cuenta de que me había equivocado de camino, fue ella la que me animó a cambiar. La que me dio el empujoncito que me hacía falta para dar el paso. Yo no quería hacerlo, porque pensaba que era tirar tres años a la basura, pero ella insistió en que no debía empecinarme en acabar algo que a lo mejor me costaba otros 6 porque no me estaba gustando. Como siempre, tenía razón.

Os podría decir tantas cosas de mi madre, que ni me salen las palabras. Así que lo dejo aquí. Sólo os digo una cosa más. Mi madre es la mejor madre del mundo. Y no es porque lo diga yo. Os aseguro que ganaría un concurso de madres. Ójala, algún día, yo pueda ser como ella.

FELIZ CUMPLEAÑOS. TE QUIERO, MAMÁ.

viernes, 21 de diciembre de 2012

7 días, 7 sonrisas (XIX)

¡Buenos días!

¡21 semanas ya compartiendo mis sonrisas con vosotros! Aquí os dejo las de esta semana. ¡Espero que os gusten y os hagan sonreír!


VIERNES:
Descubrir que el paquete del jueves no sólo no lo enviaba la remitente, sino que además no era el #madresféricoinvisible sino un regalo porque sí de mi tinermaña favorita.

SÁBADO: Después del lío que organizó la última vez cuando le llevamos a cortar el pelo, esta vez se portó como un auténtico señor. Serio, sin moverse... ¡estaba muy divertido!

DOMINGO: Pasamos la tarde con el Pitufo en un Centro Comercial. Lo subimos en el tren, estuvo viendo los juguetes que va a pedir a los Reyes Magos, ¡y le dio un beso a Papá Noel!. Tarde llena de sonrisas.

LUNES: Mi S.E. llegó a casa con un bono para un masaje con chocolaterapia. Así, porque sí. "Porque yo me lo merezco".

MARTES: El lunes el pitufo estuvo una hora lloroso diciendo que "echaba de menos a su mejor amigo L. que no había ido al cole". Pues bien, el martes sí que fue L. al cole, pero estuvo media hora lloroso porque "mañana no mendrá mi mejor amigo L. al cole y le echaré mucho de menos". Qué queréis que os diga, me dio la risa.

MIÉRCOLES: ¡Fiesta infantil de Navidad en la empresa! Cuentacuentos, globoflexia, pintacaras, juegos y Papá Nöel con un detallito para cada uno de los 54 niños. ¡El pitufo lo pasó en grande!

JUEVES: Como ya os he dicho en alguna ocasión (y como buena pseudointelectual, ver punto 4 de la definición en los comentarios de este post) soy excepcionalmente sensible a los halagos. Nada como colgar en Twitter una foto de tu nuevo look para tener un subidón durante horas.



¡Nos leemos!


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martes, 18 de diciembre de 2012

¡Funciona!

Siempre dicen que para educar a un niño lo mejor es destacar lo que hace bien e ignorar lo que hace mal. Si le damos importancia a lo que hace mal señalándoselo una y otra vez lo único que conseguimos es que lo siga haciendo para llamar nuestra atención. Y lo mismo pasa si le decimos lo que está bien.

Hasta aquí la teoría. Teoría que siempre me ha parecido muy razonable y que he intentado aplicar. Pero claro, una cosa es la teoría y otra la práctica. Si el niño pinta una pared es muy difícil decírselo una sola vez y dejarlo correr. Así que creo que, pese a estar conforme con la teoría, no lo había hecho muy bien.

El caso es que últimamente, tras algo más de cuatro meses en los que el Pitufo controlaba bien el tema del pis (excepto por el pequeño problema de la vuelta al cole), a mediados de noviembre empezó a hacerse pis encima. Entre una y cinco veces al día. Todos los días.

Al principio no le di la mayor importancia, porque era siempre cuando estaba muy entretenido haciendo algo. Pero llegó un momento en el que se hacía pis en cualquier momento, en cualquier lugar. Esto ya no eran "pequeños escapes", ni era que "estuviera tan entretenido que no se daba cuenta".

Preguntada la criatura, contesta que "quería hacerse pis en el pantalón". Así, tal cual.

Durante un tiempo no apliqué bien la teoría. Cuando se hacía pis le reñía. Me tienes que avisar, esto no puede ser, estoy muy enfadada, pero por qué te haces pis, y un sinfín de cosas variadas le decía. Bien es cierto que si me avisaba se lo reconocía, pero de manera incorrecta. ¿Ves? Así sí. Sin hacerse pis encima. Sin mojar el pantalón. Vamos, señalando otra vez la actitud incorrecta. No obtuve ningún resultado en un mes.

Un día que se hizo pis tres veces en la guardería (y las dos que me esperaba en casa) le conté a Ana que me había dicho que era porque quería. Es más, ella en ese momento le preguntó y se lo dijo igual de clarito. Su veredicto fue claro:

Este niño lo que quiere es llamar vuestra atención. A partir de ahora no le digas nada cuando se haga pis. Cuando lo notes mojado lo sientas en el orinal para que haga más (siempre hace más) y le cambias. Pero no digas nada. Ni un "se te ha escapado" ni nada. Yo aquí lo haré igual.

Dicho y hecho. Me costó no decirle nada, he de decir que me costó. Pero él notó inmediatamente el cambio, y cuando se hizo pis y vio que no había reacción, me preguntó "Mamá, ¿estás enfarara?". Le contesté que no. Que por qué iba a estar enfadada. No me dijo más.

Cuando avisaba y hacía en el orinal le felicitaba. Pero de manera simple, sólo un "¡Qué bien que me has avisado!

Así, cinco días después, aunque sin cantar victoria aún, puedo decir que hemos superado el problema. Después de dos días dejó de hacerse. Y este fin de semana, incluso, ha ido él solito dos veces.

Yo he aprendido en estos cinco días que la teoría que tan razonable me parecía, efectivamente funciona. Y que no sabía cómo de bien. ¡Espero que no se me vuelva a olvidar!

¿A vosotros os ha pasado algo así? ¿Retrocedió en el control de esfínteres vuestro hijo? ¿Habéis aprendido con la práctica de algo que su teoría funciona?

¡Nos leemos!

viernes, 14 de diciembre de 2012

7 días, 7 sonrisas (XX)

¡Buenos días!

Ayer dejé la entrada preparada, pero no la programé. Así que para cuando la estoy publicando sé que la del jueves no es... enlazará con la del viernes que viene, ¡permaneced atentos!

VIERNES:
Día de fiesta, llevamos al Pitufo a comer "a un mar (bar)" . Estuvimos en el restaurante Muerde la pasta, que tiene un "parque de bolas" dentro. ¡Se lo pasó bomba!

SÁBADO: Mi madre puso el "Belén del Pitufo"; uno de resina para que él pueda tocar y jugar. El caso es que el buey tiene un agujero en la zona baja de la espalda. A todo esto, mi madre le pregunta al pitufo si canta algún villancico en el cole.
Pitufo: Sí, abuela
Abuela: ¿Cuál?
Pitufo: El de la vaca, ¿no te lo sabes?
Abuela: No, ¿cómo es?
Pitufo (cantando): La vacaaaa del culoo rotoooooo

DOMINGO: El pitufo partido de risa haciendo carreras conmigo por la casa. Yo llevaba una vaca de peluche, y él intentaba esquivar las cornadas. Está obsesionado con las vaquillas y los gigantes y cabezudos desde las fiestas.

LUNES: Al llegar de la guardería se puso el chupete. Y le digo "Como te viera Ana (la seño) con el chupete se iba a enfadar un montón". Pues va el tío y me contesta "Es que en el cole no me lo pongo, sólo me lo pongo en casa". Le faltó acabar con un "chúpate esa, mami".

MARTES: Después de cenar, cuando yo ya lo quería acostar. Él estaba (cómo no) viendo vídeos de vaquillas en el ordenador. Le digo "Mira el reloj. Pone que es la hora de..." Y sin dejarme acabar dice "...de ver los tolos, ¿no lo ves, mami?".

MIÉRCOLES: Íbamos a casa de mis padres y le digo al Pitufo que estarán La Tía y El Abuelo. "¿MI Abuelo, mamá?" "Sí, cariño. ¿Cuánto le quieres?" "Muscho. Pero muscho, muscho. Y se lo voy a desir cuando llegue". Tal cual llegamos, se fue flechado a la cocina y se lo dijo. "Abuelo, ¿sabes? Te quiero muscho. Pero muscho, muscho".

JUEVES: Recibir un aviso de Correos para ir a por un paquete. ¡Si es el #madresféricoinvisible sé de alguien que me ha engañado!

¡Nos leemos!
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lunes, 10 de diciembre de 2012

Adjuntar archivos al combinar correspondencia

Hoy os dejo un post un poco raro, que no es ni de mami, ni de runner, ni ná. Pero hoy he necesitado usar esto otra vez, y he recordado lo útil que es y lo que nos costó en la empresa dar con la solución.

Edito para decir que hay que usar Microsoft Outlook para el envío de los mails, lo he dado por supuesto por ser el editor de correo que utilizamos en la oficina. Imagino que se podrá adaptar, pero desconozco cómo.

El problema: tener que mandar muchos emails a distintos (o el mismo) destinatario adjuntando un documento. Un documento distinto para cada mail (se pueden incluso adjuntar varios documentos por mail.

¿No os ha pasado nunca? En su día lo necesité para reclamar distintas facturas a muchos clientes. Soy vaga por naturaleza, así que lo de escribir 180 (como fue el caso) mails iguales y adjuntarles sus 180 documentos me pareció un horror. Sirve también, por ejemplo, para mandar ofertas personalizadas a cada cliente, y cosas similares.

La herramienta: combinar correspondencia en Word. Pero no deja hacerlo. Así que necesitamos hacer algo para solucionarlo. En colaboración con el departamento de informática de mi empresa (bueno, de la empresa donde trabajo, hablemos con propiedad) hicimos una macro para Word que soluciona el problema que se nos presentaba. He de decir que la mayor parte del trabajo la hicieron ellos (a mí dame macros en Excel, que de hecho ellos me las piden, pero en Word...).

Que sí, que requiere un trabajo previo (hacer el listado de los archivos adjuntos puede ser un poco pesado) pero una vez leí que Abraham Lincoln dijo "Si tienes nueve horas para cortar un árbol, emplea siete en afilar el hacha". Yo incluso antes de leer esto ya comulgaba con esta idea, así que...

Al lío, que me enrollo como las persianas. Estas son las instrucciones:

Hay que tener preparados tres documentos en total:

- Word realizado con la herramienta de combinar correspondencia, que será el cuerpo del mensaje. En este ejemplo es el documento email.

- Excel con todos los campos que se quieran combinar en el mail; este documento da igual que esté abierto o cerrado a la hora de pasar la macro. En este ejemplo es el documento mailmerge.

- Word con una tabla SIN ENCABEZADOS que contenga en una columna el e-mail y en las restantes las rutas correspondientes a los archivos que se quieran adjuntar; este documento se debe cerrar antes de pasar la macro. En este ejemplo es el documento Directorio1.

Tenéis el texto de la macro en el documento macro, para escribirlo tenéis que ir a la pestaña "Vista", botón "Macros", darle a "Crear" y hacer una que no tenga nada de nada, le ponéis el nombre que queráis, luego se va a cambiar por "adjuntararchivos". Una vez creada la macro que no tiene nada le dais otra vez a "Macros" y "Modificar", eligiendo la que acabamos de crear. Se abrirá el editor de Visual Basic, pero no asustarse. Simplemente copiad y pegad el texto que os doy, y ya la tenéis.

Los pasos a seguir son:

1. En el Word con el cuerpo del mensaje, escribir el texto del mail con todos los campos combinados que se quiera.

2. “Finalizar y combinar” --> “Editar documentos individuales”

3. En el documento que se abre al hacer el paso anterior, ejecutar la macro que se llama “adjuntararchivos”

4. En el primer cuadro de diálogo, buscar el documento Word con el listado de mails y adjuntos para que lo abra.

5. En el segundo cuadro de diálogo, poner el asunto de los mails que se van a enviar y aceptar ¡¡ojo, el mismo asunto para todos, no puede tener campos combinados!!

Saldrá un cuadro con el número de mensajes que se han enviado.

NOTAS IMPORTANTES:

Todos los documentos se pueden llamar como se quiera, no hace falta dejarles este nombre.

El listado de e-mails y ruta de los adjuntos no puede tener encabezados y sólo debe contener el listado de e-mails y ruta de los adjuntos, importantísimo que esté la ruta completa (con la extensión del archivo incluída) y correcta, yo la copio de la barra del explorador para que no haya errores. Además, debe estar cerrado antes de ejecutar la macro.

En el Excel no hace falta que estén los mails y ruta de los adjuntos.

¡Espero que os resulte útil!

¡Nos leemos!

viernes, 7 de diciembre de 2012

7 días, 7 sonrisas (XIX)

¡Buenos días!

Una semana más os cuento una cosa que me ha hecho sonreír cada día de la semana pasada. Es un ejercicio muy interesante buscar al acabar el día, o al día siguiente, lo que te ha hecho sonreír, sobre todo si ha sido un día malo. Os animo a que lo hagáis, aunque luego no lo compartáis con nosotros. Se ve la vida de otra manera, y cuanto más tiempo pasa más atento estás a los pequeños detalles que te alegran la vida.

VIERNES:
Yo dejaría de trabajar si el sueldo de S.E. me lo permitiera, pero eso no quita para que me encante que cuenten conmigo cuando hay algo que nadie más sabe resolver en el trabajo. ¿A quién no le gusta sentirse importante? Pues eso es lo que me pasaó (una vez más, confieso con orgullo). Había que extraer información de un PDF y pasarla a Excel, y me preguntaron por ser "la experta en estas cosas".

SÁBADO: Comimos en un restaurante para celebrar el cumpleaños de mi suegro, y me hizo mucha gracia que a la hora del postre el Pitufo llamara al camarero cuando pasó por al lado de la mesa "¡Oye, oye! Quiero un postre de shocolate, pol favol"

DOMINGO: Mi prima ha estado un poco baja de moral últimamente, pero el domingo leí un email que nos había enviado unos días antes que transmitía alegría, ánimo y buen rollo. Me encantó.

LUNES: Recibir el mail en el que me decían quién es mi madresférico invisible. ¡Me hace mucha ilusión quién es!

MARTES: El pitufo se manchó el jersey de chocolate, y me dijo "Mamá, dame una tabita (toallita) para limpiarme". Dicho y hecho. Cuando la cogí (para limpiarle yo) me la quitó de las manos y se puso a frotar la mancha.

MIÉRCOLES: Por la mañana leí un tuit de @nirosaniazul nombrando al "Capitán Cavernícola... ¡e hijo!. Oye, os prometo que cuando hablo de ellos nadie se acuerda, así que me arrancó una sonrisa leerlo.

JUEVES: Mañana de fieta, el Pitufo y S.E. oasaron toda la mañana juntos jugando y riéndose. ¡Me encanta verlos así!

¡Espero que hayáis tenido una semana tan buena como la mía! ¿Me contáis qué os ha hecho sonreír estos días?

¡Nos leemos!


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miércoles, 5 de diciembre de 2012

Ideas para entregar los regalos

Somos una familia a la que le gusta mucho la Navidad (o los demás lo disimulan muy bien, que todo puede ser). Nos encanta reunirnos en estas fechas, y siempre nos ha gustado mucho el momento de la entrega de los regalos.

Pues vaya cosa, diréis, eso le pasa a todo el mundo. Pues sí, claro, a todos nos gusta que nos regalen cosas, pero es que mi madre, además se curra el momento de la entrega. Se lo curra mucho. Todos los años hace algo especial. Así que, a sugerencia de Jaio, os cuento algunas de las maneras originales en las que nos ha dado los regalos.

Empiezo por nuestra más tierna infancia. Hasta que tuvimos uso de razón (lease, mientras creímos en los Reyes Magos) los regalos estaban perfectamente preparados para jugar cuando nos levantábamos por la mañana. Colocada hasta la última farola de Pin y Pon. Pegada hasta la última pegatina de Playmobil. Somos cinco, así que os podéis imaginar que eso suponía que algunas noches de Reyes se acostaban a las 3 o las 4 de la mañana. Así que nos levantábamos y ¡directos a jugar! No teníamos que esperar a que lo montaran todo. ¡Era genial!.

Cuando empezamos a ser mayores se le ocurrió idear cosas nuevas. En esa época en la que no eres ni mayor ni pequeño, por ejemplo. Siempre íbamos a la Cabalgata de Reyes todos juntos. Un año, al volver de la Cabalgata ¡ya habían venido los Reyes! ¡Sorpresa!. Otro año hizo una gymkana, escondiendo los regalos por toda la casa.

Una vez, en plena cena, desapareció y volvió con peluca, barba y corona. Y un saco con todos los regalos. Otra vez los tenía escondidos debajo de la mesa, y de pronto gritó un nombre al tiempo que lanzaba su regalo. Los demás estábamos preparados cuando nos llegó el turno, pero ¿imagináis la cara del primero? Pues ahora pensad que, además, era alguien "ajeno" a casa, una amiga de mi hermana Ana.

Hubo un año en el que al lado de cada grupo de regalos puso un dibujo que identificaba al receptor. En la misma línea, ha puesto un zapato o cualquier otro objeto de cada uno.

Siempre hemos tenido un color asignado para cada uno. En mi caso y en el de Curro coincide con que son nuestros colores favoritos, no sé si los de los demás son por descarte o también por ser los favoritos, la verdad. El caso es que un año envolvió los regalos de cada uno con papel de "nuestro" color. Para entonces algunos teníamos ya pareja, y envolvió los de los "respectivos" con papel blanco con detalles en el color correspondiente.

En una ocasión ella sacó paquetes aleatoriamente. Uno lo abría y tenía que adivinar para quién era.

Con estos antecedentes nos lo pone difícil cuando queremos darle a ella un regalo de forma especial. Lo más raro que hicimos fue para su 50 cumpleaños, que dejamos el regalo en un lugar de la casa y le hicimos un camino con globos numerados. Consejo: numerad los globos una vez hecho el camino, que la pardilla de mi hermana y yo lo hicimos antes y luego fue un lío para encontrarlos en orden.

En el 50 cumpleaños de mi padre le hicimos una piñata donde metimos el regalo, ¡menos mal que no se rompía!.

Y por supuesto siempre, siempre, el día de Reyes en casa de mis padres hay chuches para todos y globos desperdigados por todo el suelo del salón. Tengamos la edad que tengamos.

Gracias, mamá, por mantenernos la ilusión.

¿Y vosotros? ¿Hacéis algo especial para dar vuestros regalos?